Escritores
poseer un detector de mierda, innato y a prueba
de golpes. Ese es el radar del escritor y todos los
grandes escritores lo han poseído.
E. Hemingway
Yo escribo porque si no me muero. No me importa escribir. No me importa otra cosa. Escribí hasta que se me cayeron los dientes y lo sigo haciendo. Deseé el infierno y ya lo obtuve. Escribo y me devora el fuego eterno, me revienta, me condena, me incinera cada vez las entrañas y me hace soportar las quemaduras. Y voy a escribir porque se acaba el mundo. Voy a escribir porque soy yo y no soy otro; porque otro seré, porque otro quisiera haber sido. Voy a callar y voy a reír, y voy a fumarme vuestros huesos cuando se acuesten en las tumbas a mi siniestra. Me voy a presentar: soy el que les cose el culo cuando están sangrando mierda. Tengo un corazón que se revuelve en mi pecho y os lo dedico. A todos los pichones de profeta, a los caudillos del tembleque, a los eunucos fugaces en el harén de las palabras; y también a todos mis frívolos hermanos, tiesos sobre el palo de la vanagloria, fumigando los restos de un antiguo amor insurgente, revolviendo las cenizas o tratando de rehacer las formas del humo; cuando tu pan es morderle la mano al que te lo trae, o cuando tu instinto te hace callar las verdades porque son verdades, o cuando te inyectás molicie y te contentás con su aguijón de letargo, me estás defraudando, hermano. La palabra, poetas, es lo que sostiene al mundo. Y si no me la dan ahora, con soberbia, con porongas en lugar de dedos, con crítica, sin ella, con locura, con belleza, con fervor, aun desnudando el propio esperpento, hermanos, la ira cristalina de un mundo envejecido y sin primor se cernirá sobre nuestras sienes.