for whom who believe
La revolución realmente revolucionaria
deberá lograrse, no en el mundo externo,
sino en las almas y la carne
de los seres humanos.
Aldous Huxley
Domisticado
( en Si bemol )
Extirpáme las ganas de hablar
Quemáme el malhabito de aparentar
Terminá por favor con mi oscuro arte de mentir.
Te doy mis manos.
Te doy mi lápiz.
Te entrego mi palabra Señor!
Sé bien que no sos vos
El que pide plata
Porque fuiste vos quién me enseñó
A no pedir nada.
Puedo decirte “vos” ?
Llamarte Dios te hace soberbio
Y sé muy bien que no lo sos.
Jamás me des un salvavidas
Prefiero no flotar a la deriva
Recordáme siempre
que la medicina Y la fé
no están en el cuerpo de Cristo
Ni en una raya de cocaína.
Aseguráme siempre
que hombre macho No es quien
se las coje a todas
Que macho macho es quien Elije a una y
Sabe retirarse de las grandes jodas.
Celebrá conmigo Señor
Que mis amigos
sean siempre pocos
para admirarlos y saber dejarlos
crecer solos.
Ilumináme con tu fuego
La fé que una vez ahogué
En las profundidades
Intentando hacer un galeón
Dentro de mil y una botellas.
Transformá en olas el duro cemento
y dejáme caer suave
dibujando curvas por prolijas barrancas
ya no quiero mis pies sobre la tierra
quiero mis pies sobre largas tablas.
Quise irme
Ahora estoy acá.
for whom who don´t
"100 días sin fumar" rezaba el eslogan del afiche al entrar.
Lo mío era ansiedad. También era sabor a muerte. Algo tenía que hacer. Decidí dejar de fumar.El sistema era americano. El mismo sistema que me había invitado al Marlboro Countryy a jugar por el Camel Trophy. Nos recibió Otto, el dueño de casa, el coordinador del grupo. El curso duraba toda la tarde.Pasamos al jardín y nos ubicamos en nuestros asientos. Era una ronda.Como empezaste a fumar? Cada uno de nosotros contó su primera vez. Yo, un clásico: -Empezé a fumar con los muchachos, de fin de semana. Y con el tiempo me hice más amigo del faso que de los muchachos. Pero últimamente cada pitada -confesé- me desinfla, me quita vida.Una actriz muy guapa nos dejó a todos boquiabiertos: - Me gustaba el hermano de mi novio. Él era mayor y fumaba. Salí con él y para impresionarlo prendí un cigarrillo. Había estado practicando frente al espejo dias antes.-Yo empecé a fumar para dejar de comer- contó un ex gordo muy flaco, mientras fumaba.Y habló un hombre mayor – A mi lo que me gustan son los vicios!, me gusta coger y me gusta mucho el alcohol. ¿Cómo me voy a privar del placer de fumar?Y así, cada uno de los participantes deió su conmovedor testimonio.Otto puso play y empezó a sonar una música zen. Cerramos los ojos. Nos invitó a meditar, a recordar cada cigarrillo que fumamos, los que disfrutamos y los que no. Y respiramos hondo. Inspiramos y exhalamos. Inspiramos y exhalamos. Inspiramos y exhalamos.Abrimos los ojos. En el centro estaba Otto con una bolsa. La vació. Cayeron cajas y paquetes y cigarrillos. De todas las marcas, con filtro, sin filtro, y con filtros de todos los colores.Había que fumar. Todos fumaríamos hasta romper nuestra sociedad con la nicotina y el alquitrán.Inspiramos y exhalamos. Inspiramos y exhalamos. Inspiramos y exhalamos. Primero con un cigarrillo en la boca, luego con dos, con tres, con cuatro y así…Uno no resistió y vomitó en el acto. La actriz lloraba. El flaco ex gordo fumaba, fumaba, y fumaba uno detrás de otro. Una señora prendía siete cigarrillos en su boca. El señor amigo de los vicios lo disfrutaba con los ojos cerrados. La actriz lloraba y pedía fuego. Yo, como todos, inspiraba, exhalaba. Inspiraba, exhalaba. Empezaba una nueva vida. Libre de humo.En el transcurso de esas semanas fuimos llamándonos, dándonos muestras de apoyo. Había recaídas, claro. Pero ahí estábamos. Con el tiempo se formó un grupo y empezaron las salidas. Las comidas, los restoranes, el teatro, los bares, el alcohol y los cigarrillos.Una semana después, Otto se unió al grupo. Habían terminado sus cien dias.