Hay generaciones que no tienen suerte. Pensaba en eso. Una vez más había demoras con los trenes. Retiro estaba desbordado de gente. Pero nadie decía nada, todos esperaban leyendo el piso o mirando la razón.Yo me estresaba más con esa espera que con mi trabajo. Y pensaba en lo que no tenía, en lo que podía haber sido. Una carrera, un buen auto u otro país.
Pensaba en mi generación, la del 75´. No me acuerdo de nadie que lahaya pegado. Todos normales, nadie rompió el molde. Abogados de estudio, administradores de empresas, profesores de educación física, profesores, maestros, artesanos, psicólogos, algún actor de reparto,contador, empresario hijo de empresario, publicista, trabajador. Pero nadie que haya ido por todo. Nadie a quien el destino le haya dicho-Vos, vas a ser distinto. Vos, vas a ser grande. Todos en el medio. Y yo en el medio de un andén lleno de gente esperando volver a casa.
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Me acuerdo de un acto en el colegio. Fue en la primaria, una mañana cuando el director hizo un anuncio en el que nos contaba que Lucas, un chico de un grado más arriba, pero de los más chicos y por ende del 75´ dejaría el colegio para dedicarse por completo al tenis. Tenía un brillante futuro por delante. Lo esperaban la Copa davis, Wimbledon laATP y una carrera de césped o de polvo de ladrillo.
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Había habido un accidente en Olivos. Alguien había cruzado la vía conla barrera baja y no visto el tren. Ahora, había que esperar a queretiren el cuerpo.
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Pasaron los años, yo me debatía que carrera elegir después del colegioy Lucas ya era un tenista famoso. En una oportunidad logró entrar enel top 10 mundial. Pero duró muy poco ahí. En algunas temporadas brilló en dobles ganandovarios torneos. No sé si fueron las lesiones o su bajo rendimiento pero después de un tiempo no oí hablar más de él. No participaba deninguna copa, ningún torneo ni nada.
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Llegué a casa muy tarde.Esa misma semana hablaba con mi mamá por teléfono. Mencionó unamuerte, una amiga suya, Susana. Había sido un suicidio. Susana sehabía tirado a las vías cuando pasaba el tren el cruce que le sigue a la estación de Olivos.Hacía meses que estaba muy deprimida. Hacía un año que le habían diagnósticado un cancer a su hijo Lucas. Nunca pudo superarlo. A esa hora en que yo terminaba de trabajar, ella terminaba de vivir.
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Pensaba en eso. Los de la generación del 75´ nunca tuvimos mucha suerte.