La gente echa humo en las mañanas de Once,
esquivando cuatro de cada diez colectivos,
ocho de cada diez personas,
uno de cada tres vendedores,
dos de cada diez clientes.
Jujuy y Rivadavia hacen el amor
y la guerra
con todos los planetas:
África recupera su oro,
China ataca Kamchatka,
Latinoamérica se une
a jugar en la vereda.
La gente echa un humo terrible
en las mañanas de Once,
y el pescado sin vender;
la oferta está de oferta,
se están gastando las novedades
y el futuro brilla en el ojo muerto de un maniquí.
Van subiendo las persianas
palpitando el nuevo día,
todavía es la hora del chipá y el cafecito,
de la sonrisa inmaculada,
la pureza antes de la feria,
la certeza del ¿qué le vendo?
En las mañanas de Once
el humo se eleva entre la gente.
esquivando cuatro de cada diez colectivos,
ocho de cada diez personas,
uno de cada tres vendedores,
dos de cada diez clientes.
Jujuy y Rivadavia hacen el amor
y la guerra
con todos los planetas:
África recupera su oro,
China ataca Kamchatka,
Latinoamérica se une
a jugar en la vereda.
La gente echa un humo terrible
en las mañanas de Once,
y el pescado sin vender;
la oferta está de oferta,
se están gastando las novedades
y el futuro brilla en el ojo muerto de un maniquí.
Van subiendo las persianas
palpitando el nuevo día,
todavía es la hora del chipá y el cafecito,
de la sonrisa inmaculada,
la pureza antes de la feria,
la certeza del ¿qué le vendo?
En las mañanas de Once
el humo se eleva entre la gente.
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