viernes, 10 de agosto de 2007

Tortuga

Foto: Funes (del libro ¿Con quién dormías? Ed. Huesos de Jibia - 2007)




Lo que más le gusta son las rutinas. Cuando escribo se sienta frente a la ventana, al costado del escritorio y mira o nada más. Cuando llueve y el repiqueteo de las gotas aturde sereno el marco de la ventana es cuando menos oigo su respiración. Baja, secreta, huidiza. Tortuga, le digo y lo despierto del sueño en el que flota sobre los árboles, los autos rojos, su camisa a cuadros planeando con criterio de cabotaje.
Entonces le pegunto Tortuga qué te parece este párrafo. Tortuga, escuchá esto.
Me oye mientras mastica el mundo exterior a través de la ventana. Mastica mis frases. Mastica mi furia.
A veces me duele. Que no hable, que no sienta, que no responda. A veces me duele que no entienda nuestra rutina, que no la valore como yo. Hay días que no escribo nada. De amar (gura). Yet, me siento y dibujo garabatos, con la ventana en mis sueños, masticando con él. Me pueblan imágenes de su infancia, su sana son(risa) y quiero matarlo. En un garabato escribo, quiero matarte y apagar estos recuerdos nuevos de enfermedad, de baratas enfermeras gordas, de ronquidos solitarios.
Y lloro sin ruido los días de lluvia, mis mejillas frías, su nuca, su pelo corto. Ni una palabra y (creo) sin respirar. Lo miro y nada más. Lo miro hasta acabar. Me levanto y cierro el cuaderno o cierro el cuaderno y me levanto. Entro a mi grisácea cotidianidad donde una red de amianto me esconde la piel de gallina.
Entonces Tortuga se levanta de la silla, se acuesta en la cama y duerme. Hasta el otro día que se despierta cuando siente la silla de mi escritorio girar sobre sus rueditas.

Quien soy cuando no soy más lo que soy
pisado debajo de un zapato, de una rueda, de un ruepato.
¿Alguien me habló?.
Alguien que me habló y que no entiendo.
A dónde voy si estoy pegado al suelo.
Cómo voy si estoy cegado y muevo.

Una pisada más y no soy más...
Me esparso diluyo concluyo que bajo el peso no hay dolor.
Era uno y soy diez, soy veinte, soy cincuenta,
cien y uno más.

Quien soy, quienes somos los que estamos tan pisados,
tan cansados tan pegados, tan separados
todosenuno.

jueves, 9 de agosto de 2007

In Lak´Ech - Hala Ken

Foto: Sol belilos


Si tu fracasas yo no llegaré a la victoria
yo soy otro tu
tu eres otro yo

Me gusta ese tajo


cuando el sol se abre como en la hendidura
y baja y lo baña y casi
casi lo borra de la faz de la tierra

él parece un santo

hay en el aire redención
el elegido te elige
lo seguís de cerca con deleite vos
tu guardapolvo cortísimo y blanco
le vas detrás

dos estaciones más y el templo

de ahí vas a salir comulgada
cordero que pone
pecado el mundo

viajar en tren transustancia la carne

el boleto cuesta un pagadiós

.

miércoles, 8 de agosto de 2007

ciencia poética


el robot despertó confundido:
¿existía la relación entre hombres y extraterrestres?
relaciones de negocios
relaciones de amistad
relaciones de ocio
¿y relaciones carnales?

sí, viscosas, profundas, asombrosas,
aunque el robot no sepa qué es el asombro
pero tampoco comprende esa carne,
la que se acaricia,
la que penetra,
la que se hace cuerpo
y esto,
de sólo administrarlo
le produce algo
definido como asombro

cientficamente demostrado



Como se observa claramente en esta foto los científicos se encuentran ecuanimes ante un nuevo descubrimiento que podría no cambiar en nada el curso de la humanidad. El segundo de derecha a izquierda, seria el ignoto poeta Walter Matasietes, y también seria el autor de la foto. El quinto de acá para allá descubriría años después que se trataba de un dibujo, y el que a su lado, le sostiene la mirada, sospechosa, a aquel otro, lo mataría con sus tersas manos, como quien no quiere la cosa, intentando demostrar algo . Aquel de más atrás, no fue verificado por nadie y yo que por esos días cumplía años los espere a todos en mi casa con la comida lista y una tristeza que no supe ocultar a mis criados, cuyas carcajadas, escuche desde la biblioteca toda la noche, probablemente estimuladas por el licor que los científicos claramente no bebieron.

martes, 7 de agosto de 2007

Julián se quedó pensando en lo que hablaron.
-a vos todo tienen que decirtelo letra por letra? - dijo Celina
-hablamos diferentes idiomas, ya te diste cuenta, asique no tenemos tiempo para andar con rodeos. ¿Qué te pasa?- él no tenía idea de dónde había salido ese planteo
-decime, ¿me extrañaste o no? porque supe lo de la minita esa, pero no me importa. A mi no me importan nada esas cosas, pero si quiero saber si me extrañaste.- doble negación, miente.
-Si, un poco ¿vos?
-Yo no.

Ahora lo ciega otra vez la idea que últimamente es un eje al que vuelve, una y otra vez. La importancia de las palabras. No las del diccionario, se aclara como si hiciera falta, sino las palabras usadas, las dichas, escritas o esas que surgían en su mente en los momentos de luz dilatada y diálogos con sí mismo. Gracias a esta idea lo conoció a él.
Lo que más le asustaba era él. Nunca se imaginó que podría temerle a alguien de esas características. Nunca pensó que alguien así pudiera existir.
No tenía nombre, Julián sabía que tenía que ponerle uno. Alguien una vez le dijo que es muy importante para enfrentar un problema ponerle un nombre, concretar la idea.
El poder de las palabras, otra vez.
La idea de todo eso junto, todo apiñado como un gran grupo de cuerpos de morfología agresiva, todo eso fundiéndose en su superficie blanda de sudor pestilente y atado, todo él, por esa cuerda, esa idea, un nombre; le daba vértigo. Eso (Tengo que ponerle un nombre, pensó) le despertaba sensaciones nuevas, oscuras por lo desconocido y oscuras también, por naturaleza. ¿Dulces?
Cómo le iba a poner un nombre, no se lo imaginaba. Cómo si justamente lo peor de todo es que forma parte de él, de Julián. De su nombre. Y no una parte definida, un apéndice bilioso e impredecible, extirpable; sino que es algo bilioso, impredecible y fragmentado por todas partes. Y peligroso, se acababa de enterar.

-Cómo que no, ves que al final todo esto es al pedo. Te miento, peor, Me miento y vos te haces la pelotuda. No aguanto más esto, nena, no sos una pelotuda, ni sos una nena. Sos: fría. No sentis ni podés hacerlo, y lo peor de todo: no es tu culpa, y como no depende de vos, no lo vas a poder cambiar.
-...-¿lágrimas?
-Necesitas alguien que te saque. Que te despierte. No tengo tiempo para pelotudeces yo, chau.
-...-lágrimas.

Julián no sabía como frenarlo. Julián no sabía como predecirlo. Pero él aparecía y con esa fuerza disparaba palabras. A matar.
Intentó prometerse combatirlo; pero cómo, pensó, si había algo en él que le hacía disfrutar esos momentos.

Death

Incidentalmente llamaras a mi puerta, buscando soslayar una vez mas, la rica incertidumbre aun húmeda de nuestros fugaces encuentros.

Tibia noche, ojos de gata, si tus labios rojos tuvieran el tono de tu piel, estaríamos ya muertos los dos. Estaríamos congelados, fríos.

Un pedido faraónico, el de unirnos. Tu cuerpo pálido sobre mis manos morenas, dos oscuras formas nocturnas, una blanca una parda.

Falsa noche que cuelgas de tu andar la hermana de las siete llaves que abren mundos, has olvidado que los morenos no llevamos cerraduras, solo cadenas.

lunes, 6 de agosto de 2007

Arranca


un puño que aprieta con fuerza dentro del pecho
cortandome el aire
una mancha roja que crece
tironea con tanta fuerza

una vena se estira,
(se estira mas)
y se corta
(viscosa, humeda)
cae una gota gorda y roja al piso
dibujando la huella y el olor a oxido del miedo
de la entrega

y él, que me tenia ya comiendo de la mano
se guarda mi corazon en el bolsillo
.

domingo, 5 de agosto de 2007

Todos los trenes duermen parados

Todos los trenes duermen parados, pensando en que mañana será un día más, un día igual.
Para acá, para allá.
Pará acá. ¡Pará YA!
¡Anda a cagar maquinista! ¿De qué te la das?
Si vamos siempre por el mismo lugar.

FOTO: sebastiao salgado, tres mineros


hay una suavidad
una pelusa
en tu voz


hoy el mundo me hace guiños con tu nombre
y ya los viajes la noche
me cierran los ojos
me abrigan


también los libros
me abrigan

mis esclavos
más alegres

¡cómo ríen
cuando les hago
cosquillas
con el lápiz!

y te veo
con esa lucidez
dicroica
espantosa
que sacás a pasear
los domingos

un sueño es el texto de un sueño
































y los libros

Teléfonos - por Matiu

Foto: Marc Howes, 2005.

No podía recordar algunas partes de la conversación, así que decidí llamar nuevamente a Javier. Me atendió una señora mayor.
–Hola, ¿está Javier?
–¿De parte de quién?
–De Martín.
–Yo no conozco a ningún Martín.
–Soy amigo de Javier. ¿Él está?
–¿Javier?
–Sí.
–¿De parte de quién?
–De Martín.
–Acá no vive ningún Martín. ¿Con qué número quiere hablar?
–¡Es que yo quería hablar con Javier!
–¿Con Javier?
–Sí.
–¿De parte de quién?
–...
–...
–De Javier.
–Ah... Javier no está.
–Bueno, muchas gracias; hasta luego.
Recogí mi cerveza, pegué media vuelta y me fui, maldiciendo mi puta suerte.