tony wilson
El primer mensaje de texto fue enviado y recibido a las 3:14 am de un jueves de febrero de 2008. Decía así:-El tren y dos estaciones. El tiempo y nosotros...Jugás?
Y así pasaron los días, los meses, los años, y las promesas, los deseos, las tentaciones, las luces, los sueños y la oscuridad y así tambien la tecnología, las marcas, los modelos, el diseño, el alcance, su señal, su poder de estar y de no. Pero ellos siguieron jugando. El pacto seguía intacto y las palabras los seguían conectando.
Esto duró muchísimo tiempo…- dijo Hayato con una voz temblorosa. -Y jamas rompieron el pacto.
Pero un día uno de ellos dejó de funcionar. Recibía los mensajes pero nadie parecia recibirlos. Poco tiempo después no hubo señal de nuevas conexiones.
El último mensaje decía: -Te tengo que ver. Si no te veo pronto vas a ser tarde. Doblemos una regla. Eso no sería romperla.-
Esto fue enviado a las 11:13 de la mañana de un martes de marzo de 2029.
Hayato Koeda era analista y responsable del centro de almacenamiento de contenidos y residuales telecomunicacionales con sede en Estocolmo.
No sé porque sintió la necesidad de contarme esto mientras tomaba un café en el aeropuerto de Amsterdam. Con desconocidos uno acostumbra a hablar de trabajo pero rara vez de esta manera.
Recuerdo bien que hace más de veinte años me preguntaba adonde irían a parar todos esos millones de mensajes de texto, billones de palabras, trillones de caracteres, simbolos, sueños, convicciones, negaciones, ideas, declaraciones, ruegos, pedidos, confesiones, todo. Adonde?