sábado, 28 de julio de 2007

Foto: Matías Lahe, 2005


Saqué esta foto casi un año después de que mi hermano menor se fuera a vivir a Australia. No sé por qué la elegí, supongo que por falta de otra mejor. No es fácil de entender, ni es fácil de explicar. No tengo mucho espacio acá para contarlo todo así que voy a tratar de hacerla corta. Yo estaba enamorado de esta chica Andrea, y ella de mi hermano. A mi hermano no le importaba, consumía drogas, se escapaba del amor y construía su infierno personal. Mi amor no era secreto: todos lo conocían, Andrea, mi hermano, todos. Cierto día mi intrepidez pasional me llevó a colgar un pasacalle frente a la casa de Andrea que decía: "Sos la Kryptonita de este Superman. Te amo". Pero aquello no cambió nada. Ella lo amaba a él. En agosto de 2004, inesperadamente, durante una tarde fría pero de sol, mi hermano llevó todas sus pertenencias excepto sus prendas de vestir a una casa de empeño, consiguió algo de guita y sacó dos pasajes de avión a Melbourne, Australia. Había decidido consumir drogas, acercarse al amor y construir su infierno personal en otra parte. Andrea se fue con él. Yo siempre sentí que llevarse a Andrea así de mi vida fue un acto de crueldad, una ignominia que jamás podría ser perdonada. Para la llegada del siguiente otoño, ya había comprendido que se la llevó no por amor, sino mejor por tener algo que yo nunca había podido tener, como si fuera, bueno, como si fuera un trofeo, un recuerdo de mí y de que me había ganado algo. Algunos meses más tarde, caminando por Ciudadela vi en la vidriera de la casa de empeño la caja con los trofeos. Al otro día volví con mi cámara, le pedí permiso al tipo y saqué la foto. Y esa es la historia, de esta foto y de por qué los trofeos. Los trofeos que me quedaron a mí, de lata dorada y en papel fotográfico. Y el trofeo que se quedó él, mérito de nada, hermoso como la mañana nueva y tan dulce como el beso que jamás me dieron. Y una cosa más. Esto que acabo de contar es mentira. Mi hermano vive a cinco cuadras de mi casa. Y con Andrea.

No, mentira.

viernes, 27 de julio de 2007

la vieja comida

Cuadro: Goya, "Dos Viejos Comiendo", Óleo sobre muro pasado a lienzo 53x85. Museo del Prado, Madrid



Poca comida se puede comer, con pocos dientes para morder.
El hambre grita fuerte haciendo a las tripas cantar, y el plato vacío encandila los ojos, si no hay ni una miga la vamos a imaginar.
Aunque estemos viejos algo tenemos que tragar, más no sea para unos años más aguantar.
Corta bien chiquito para no masticar, sacá los huesitos que nos vamos a atragantar, no le saques la piel… sirve para llenar.
Una comida más pudimos pasar, vos lo cocinaste y yo una sola mano te pude dar, comamos todo, dejame el pulgar.
Un almuerzo más pudimos zafar, para la cena tu brazo izquierdo vamos a guisar.


jueves, 26 de julio de 2007

Mamá del mar

Autorretrato de Augusto A.


En la costa atlántica. En una ciudad con mi nombre. Él tenía tres años y eran sus primeras vacaciones en el mar. Desayunábamos. Escuchábamos la radio. Una publicidad terminó diciendo una dirección local: calle tal, número tal, Valeria del Mar. Se asombró. Su cara se iluminó. Exclamó: "¡Dijeron mamá del mar!"

Del mar de esporas y polen. El aire que no entra. Que no entra o no sale. O no sé, mamá, tan cerca que estuvimos y ahora una magia se rompe en pedacitos. Y los pedacitos son irreversibles, pero qué más da, si es el aire que cotiza caro. Caro cotiza, igual que el amor. Aire, como en el circuito de la existencia: el ritmo de la respiración, el eje de la meditación zen. Iluminado, mamá, soy el buda del salbutamol. Éramos casi lo mismo, mirá, y ahora, a punto de hervor, me esparciré hacia afuera. Todo volcán necesita oxígeno, mamá, para la combustión.
Mamá, no me asfixies.
Mamá, no hay retorno.

(me dio por seguir la serie en casa)

Agua

Foto: Girasol

Permanencia del silencio. El olor a sahumerio y el vapor del agua caliente, se integran en un aire candente y sedante. Te sumergís en el agua, y en una meditación simple, con el propósito de concientizar tu cuerpo, quietar tu mente y flotar por las diversas dimensiones de esta realidad.
La iniciás respirando hondo con la cabeza fuera del agua. Tu cuerpo está en reposo, pero se mueve sin cesar. Estás quieto pero cada flujo y reflujo de tu respiración produce un movimiento en tu organismo.
Inhalás aire, vida y energía. Tu pecho se alza y tu cuerpo se nutre. Exhalás dudas, temores y tristezas. Profundamente y sin hacer esfuerzo, creás una canción y olvidás la razón. Meditás sobre cada una de las partes
de tu cuerpo hasta hacerte uno con el agua.
Sumergís la cabeza atravesando esta materialidad, y soltando el aire de a poco te dejás llevar por los latidos del corazón que retumban en tu cuerpo y en tu mente… Un sonido constante y enérgico que te ayuda
a visualizar aquella paz que reina en tu naturaleza. Agua: un elemento que purifica tu interior y tu exterior, inspira tu intuición y juega con los parámetros de tu percepción.

miércoles, 25 de julio de 2007

para verte mejor

Dibujo: Pat morita, 2007

Yo no sé si la lluvia te provoca cataratas o la distancia gotas. Yo no sé si demasiada azúcar puede afectar tu visión, pero si sé que unas buenas lupas pueden ayudarte a mirarme mejor, a clavarme bien tus ojos preservativos para que no te engañes con ese póster fugaz que se imprimió en tu retina. Quiero darte estos culos de botella para que esta nueva nube te engañe como una flor en plena primavera, y sepas, vos, que estoy esperando que los recibas, que me recibas y me claves la mirada como un niño a su juguete.

Yo no sé si soy tu vista perfecta, pero me meto en tus ojos y quiero, quiero, quiero que me los claves.

martes, 24 de julio de 2007

basta de esperanzas

Foto: Mónica Melo. Tongling, China, 2006

ok, te espero
siempre esperar
siempre odié esperar
porque siempre
tuve que esperar
es
cómodo
fácil
irritable
y te da ese lugarcito a quejarse tan oscuro delicioso

pero no
hoy
después de años de esperas frustadas
despues de años de esperas exitosas
porque me lo merezco
voy a salir a buscarte
por qué no

tal vez
tengo suerte
y se me complica

lunes, 23 de julio de 2007

Foto: Amanecer en la Plaza de Armas del Cusco - 1925





tengo miedo al recordar
las verdades que hunden las plazas
(y una moneda ocultando el suelo)
el despertar de las espuelas
el peso de los metales
(cañones relucientes sobre el campo)
tengo miedo de comprender
la mañana que me adentra como una copa
encontrar a mi padre en el desayuno
la carne de los amigos en las fiestas
los corrales donde las gallinas odian
los enemigos falsos y sus calles perdidas
de llegar a mi casa y que sea diciembre
de la bondad