sábado, 24 de noviembre de 2007

Ahí en los trapos se ven los guapos


viernes, 23 de noviembre de 2007

Peaje




Dedicado a Ruty

Ella tiene problemitas. No como todos pero como todos. El tiene problemitas. No como todos pero como todos. Los dos no se conocen pero pronto. Las rectas se juntan en el infinito. Eso también pero después. Pensá con quién te juntás en el infinito. Bueno, pará. Después pensá. Ahora lee. Porque Gabriel, que no tenía trabajo, se puso manos a la obra y se sentó frente al televisor. En su casa chiquita. Con chiches chiquitos que hacía con sus propias manos. Vio la noticia y se atragantó con el polvito del Tang. Y tosió y tosió y tosió pero no hasta el infinito; hasta acá nomás. Rojo chota quedó. El noticiero decía “No pagarán peaje en autopistas los autos con cuatro ocupantes”. Y dijo, claro, ahí tenés, porque de cuatro ocupantes sale una buena idea.

Rosa toma esas pastillitas para no pestañear. Media por día. Cuando toma no toma. Y así. Rosa se compró un auto porque odia viajar en los colectivos llenos. Mucho olor. Mucho hombre. Muchas dobles intenciones. Mucho yo yo yo y ella es más bien eso eso eso. Y se enteró, por los diarios, que cuatro personas en su auto le pagaban el peaje. Listo; me subo a un colectivo lleno y me traigo tres hombres para viajar en el Renó Once. Y así fue, rara y torpe, como se enteró que había un Gabriel en este plan. Vio un aviso en un diario de un pasajero del colectivo lleno. Decía “vendo maniquíes mononos para autos solitarios que buscan no pagar peage”. Qué bruto murmuró Rosa mientras un yo yo yo yo revisaba su pollera.

Cuando se vieron por primera vez llovía. Los dos estaban feos porque los dos tienen rulos. Y la lluvia y los rulos ya sabés. Ella dijo bueno, me parece justo, buen precio, ¿aceptás débito, Gabriel? preguntó Rosa. Por favor, no me faltes el respeto. Rosa retrucó Soy cliente. Gabriel se resignó y murmuró tenés razón.

El primer día, Rosa transpiraba. A trescientos metros del peaje puso las balizas y se tomó una pastillita para no pestañear. Pero no se animó a pasar por el peaje con los tres maniquíes vestidos de oficinistas. Y lo llamó por teléfono a Gabriel. Voy con vos, si querés, Rosa. Ay, por favor, yoyosaba eya.

Y Rosa y Gabriel, desde entonces, que no hace mucho, viajan juntos al trabajo. Le hizo precio, porque solo usa dos maniquíes. Y se llevan bien aunque no hablan mucho porque a Gabriel no le gusta. No le gusta Rosa.

casi lo olvido

Foto: autoretrato con afiche eneira


Algunas reflexiones acerca del arte y la moral


(esto se me ocurrio ayer)

Un artista debe aprender a quemarse en fuegos sagrados, y salir intacto de esa experiencia, modificado pero intacto.

(altas reflexiones de alta madrugada)

jueves, 22 de noviembre de 2007

Adivinanza

Invisible como lo ves, seca tus labios y acaricia tu pelo. Si es valiente y se levanta con fuerza hace llorar a tus ojos. Juega con tu ropa y susurra en tus oídos. Te libera del malhumor y de la pesadez. Te seduce a jugar a ser un pájaro.

Foto: Internet




Comer*



Tomad y bebed todo de él, porque éste es el cáliz de mi sangre.

Es un acto de amor. Lo aseveran la biblia y los fieles católicos que, según ellos literalmente, se comen el infinito cuerpo de cristo. Lo sugiere la mandioca que nos da la pacha mama. Lo siente el niño recién nacido que adora al dios teta madre todopoderoso. Lo acepta la niña que se come a su gallina Eponina.** Les es imperativo a los amantes que se lamen. Le urge a tiburón.

* Siguiendo la línea gastronómica de Maitu y Eli.
** Una historia de tan grande amor, Clarice Lispector.

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miércoles, 21 de noviembre de 2007

cuidando el rancho

En una vieja casa de la calle Pellegrini
salimos al aire por primera vez,
con Guillermito haciendo de diva
y nosotros repitiendo nuestro nombre:
No es gracioso,
no es gracioso,
no es gracioso,
y no, no era.

Después, al otro lado del océano
me entere que se pudrió
todo lo que se tenía que pudrir.
Y apareció Ramiliano
y apareció la arpillera con discos
y un hombre extraño que nos bautizó.

Así seguimos, así crecimos,
y apareció el padrino Billy,
Freddy con su polenta
y Tomi con su puchero.
Navegamos el año,
desembarcamos en la ribera
y naufragamos en verano,
cuando apareció el Negro
con toda su sonrisa.

Y sí, cuando el carro anda los melones se acomodan
pero siguen los tumbos;
y tumbo que te tumbo,
se hizo cuesta arriba y seguimos,
con cara de perro entre los perros,
con alas de viento en el aire,
en nuestro cielo.
Pasaron Pablo, Juan Martín, Fede y tantos otros.
Hicimos parada en Al Fondo
un día de lluvia,
y entre chapitas y junglas
bailamos y sumamos unos parches pa´la murga:
Atenti, Atenti al Fondo.

Y seguimos, llenos de dudas,
repitiendo preguntas, conociendo gente,
seguimos.
Llegamos hasta Maipú,
tocamos la puerta
y nos abrieron.
Y ahí vamos a estar hasta el domingo.
¿Y después?
Seguiremos,
que es lo único que hacemos bien,
seguir, sin saber adonde,
pero sabiendo que es en este mundo
y para este mundo.

Somos El hombre de la Bolsa
y hacemos un programa de radio
que seguramente nunca escuchaste,
pero eso no es nada
porque también hacemos
de nuestras vidas un festival de arte y amistades
donde las manos pasan y ayudan,
las orejas crecen,
los pies, pisan,
las miradas se hacen compañeras
y juntos, y separados,
y cada uno y todos,
vamos viviendo una cultura posible
donde conviven todos los amores
haciendo de la fuerza
una pelota imparable
que canta:
“por la alegría al poder
y la felicidad a las calles”

por eso
y por todo lo que salga de sus corazones:
aguante el hombre de la bolsa.

martes, 20 de noviembre de 2007

contagiáte este bostezo


Me aburrí del pochoclo
Me aburrí de tu cine
Me aburrí del vinito
Me aburrí de tu locro
Me aburrí del Polaco
Me aburrí del Paco
Me aburrí de Joaquina
Me aburrí de Roxana
Me aburrí del resfrio
Me aburrí de la pala

Me aburrí de tu llanto
Me aburrí de tu río

Me aburrí de tus llaves
Me aburrí de escuchar el proyecto
Me aburrí de escuchar el fracaso
Me aburrí de tener tiempo
Me aburrí de los bordes de pizza
Me aburrí de tus restos de manteca en el dulce de leche
Me aburrí de los cuentos
Me aburrí de los gatos

Me aburrí de farsantes
Me aburrí de tus nike
Me aburrí del Dow Jones
Me aburrí de tus barquitos en mi botella
Me aburrí del carajo
Me aburrí de reirme
Me aburrí de delirarte
Me aburrí de estar harto del arte
Me aburrí de escucharme
Me aburrí de lo mismo
Me aburrí de vos
Me aburrí de mi
Me aburrí de aburrirme


anoché lloré
lloré por la polaca y por el animé
porque el limón se ausentó del ferné
no tuve gajo para pasarle por el cuello, a ella que le gusta tanto.
hace bien el limon a la piel
y limar tambien hace bien. asperezas no.
y justo cuando lloraba miré borrosa la tele y vi un gol
lloré por vos gibson
por gibson les paul

anoche soñe con azucena y le dijé sabés cual es el problema ?:
lo malo de un gatito bebé
es que se vuelve gato después



y de repente...alguien toca la puerta

Irritado-que sos wedding planner?, mirá que yo no me caso eh?!.
Muda - ...
Confiado y cínico- Pero vení...Pasá flaquita...Dale.. vestite. Vestite de colibrí...
Y volá!, volá de acá piscuí!!!

lunes, 19 de noviembre de 2007

Leticia Hernando X Mario Torres




Porque a los que gritan se los amordaza. Porque estuvimos gritando toda la noche, dueñas del silencio. Y por bailar los barrancos que se encuentran en lo más alto del desierto, doblada en mi cuerpo, tocada por la posibilidad de un verso, he bordado letras en un pulcro papel, tejido cajitas de Pandora. Implorado, feral y sin lenguaje, por una palabra que se abra.
Sólo ramillete de papeles doblados, que esa persona que se llama madre, ha guardado (sin leer) junto a los libros infantiles.

Más ay! Madre, si supieras, cuanto en mí hay de silencio, cuanto en mí puede el vértigo.(Carnívoras las palabras, hacen y deshacen. Y hasta puede que ya no me desarme.)

Una vez me ahogué. Y me sacaron de los pelos de un pozo de agua turbia y empantanada. Era invierno.

Luego me veo: cuerpo desnudo en un cuerpo inmaduro (leves pezones contra las costillas), temblando detenida en las vísperas de la asfixia. Me arrancaban de la noche con una toalla áspera y blanda fregando la piel. Me volvían del silencio y no tenían palabras.

Y era casi una suerte no haberse muerto. Rodar la sangre por el cuerpo. No poder coagularse. Oscurecerse. Llevar la cuenta de un ritmo que tiende a cero.

Una vez me ahogué. De una vez y para siempre.

domingo, 18 de noviembre de 2007