lunes, 19 de noviembre de 2007

Leticia Hernando X Mario Torres




Porque a los que gritan se los amordaza. Porque estuvimos gritando toda la noche, dueñas del silencio. Y por bailar los barrancos que se encuentran en lo más alto del desierto, doblada en mi cuerpo, tocada por la posibilidad de un verso, he bordado letras en un pulcro papel, tejido cajitas de Pandora. Implorado, feral y sin lenguaje, por una palabra que se abra.
Sólo ramillete de papeles doblados, que esa persona que se llama madre, ha guardado (sin leer) junto a los libros infantiles.

Más ay! Madre, si supieras, cuanto en mí hay de silencio, cuanto en mí puede el vértigo.(Carnívoras las palabras, hacen y deshacen. Y hasta puede que ya no me desarme.)

Una vez me ahogué. Y me sacaron de los pelos de un pozo de agua turbia y empantanada. Era invierno.

Luego me veo: cuerpo desnudo en un cuerpo inmaduro (leves pezones contra las costillas), temblando detenida en las vísperas de la asfixia. Me arrancaban de la noche con una toalla áspera y blanda fregando la piel. Me volvían del silencio y no tenían palabras.

Y era casi una suerte no haberse muerto. Rodar la sangre por el cuerpo. No poder coagularse. Oscurecerse. Llevar la cuenta de un ritmo que tiende a cero.

Una vez me ahogué. De una vez y para siempre.

2 comentarios:

Matiu dijo...

Evidentemente, Marito, tus Faltazos ya se han montado a la curva ascendente de la calidad.
Bien por Leticia.

Anónimo dijo...

no tenia internet ayer..
he faltao he

¡puta madre google no me reconoce!

soy lu