Saqué esta foto casi un año después de que mi hermano menor se fuera a vivir a Australia. No sé por qué la elegí, supongo que por falta de otra mejor. No es fácil de entender, ni es fácil de explicar. No tengo mucho espacio acá para contarlo todo así que voy a tratar de hacerla corta. Yo estaba enamorado de esta chica Andrea, y ella de mi hermano. A mi hermano no le importaba, consumía drogas, se escapaba del amor y construía su infierno personal. Mi amor no era secreto: todos lo conocían, Andrea, mi hermano, todos. Cierto día mi intrepidez pasional me llevó a colgar un pasacalle frente a la casa de Andrea que decía: "Sos la Kryptonita de este Superman. Te amo". Pero aquello no cambió nada. Ella lo amaba a él. En agosto de 2004, inesperadamente, durante una tarde fría pero de sol, mi hermano llevó todas sus pertenencias excepto sus prendas de vestir a una casa de empeño, consiguió algo de guita y sacó dos pasajes de avión a Melbourne, Australia. Había decidido consumir drogas, acercarse al amor y construir su infierno personal en otra parte. Andrea se fue con él. Yo siempre sentí que llevarse a Andrea así de mi vida fue un acto de crueldad, una ignominia que jamás podría ser perdonada. Para la llegada del siguiente otoño, ya había comprendido que se la llevó no por amor, sino mejor por tener algo que yo nunca había podido tener, como si fuera, bueno, como si fuera un trofeo, un recuerdo de mí y de que me había ganado algo. Algunos meses más tarde, caminando por Ciudadela vi en la vidriera de la casa de empeño la caja con los trofeos. Al otro día volví con mi cámara, le pedí permiso al tipo y saqué la foto. Y esa es la historia, de esta foto y de por qué los trofeos. Los trofeos que me quedaron a mí, de lata dorada y en papel fotográfico. Y el trofeo que se quedó él, mérito de nada, hermoso como la mañana nueva y tan dulce como el beso que jamás me dieron. Y una cosa más. Esto que acabo de contar es mentira. Mi hermano vive a cinco cuadras de mi casa. Y con Andrea.
No, mentira.
No, mentira.
16 comentarios:
qué buena foto!
ah, la verosimilitud, divino tesoro.
Usted lo ha dicho, mi querido Lax.
Esa melancolía de lo perdido que nunca fué propio es la que te hace tan grande cuando escribís Matiu, es típica de los poetas que observan y dejan que entre por su piel todas esas sensaciones efímeras que nos rodean y muy pocos perciben. MUY BUENO LOCO!!!
Andrea Carretto (Hurlingham)
Es muy raro que despues de tanto tiempo de conocerlo y leerlo, cada vez que llega a mi algo nuevo del Matiu, vuelven a mi esas sensaciones que no suelen ocurrir frecuentemente, bah me pasaba antes, en el seundario, cuando recibia el disco nuevo de los ramones o los redondos que, vaya uno a saber que nos deparaba, siempre estabamos seguro nos iba a agradar
Jose
Andrea, creo que usted se confunde, lo que me hace grande es el bigote.
Gracias Jose. Lamento no haber podido decepcionarte nuevamente.
que buena historia, me atrapo......
no...si yo te digo que el Matiu nacio pa' escribir m'hijo, nacio pa' escribir.
suerte matiu
nos veremos
Gracias, Naranjadas. ¡Freedom!
Si no nos vemos es porque nos vemos, Juanma.
lindo post, saludos al boludo de tu hermano
Serán dados, Juan. Gracias por acordarte.
si la historia fuera sobre la muerte de mi mama estoy segura de que la contarias de una forma muy graciosa..
imposible que no atrapen sus letras coloridas sr matiu
levanto la primer mano para que se publique PELIGROSA ...es que es un hit
Lo que usted propone es muy peligroso, Lucía.
Ya lo leí. Me gustó.
Aunque mañana cuando lo lea de nuevo, más despierto, a lo mejor lo entiendo y no me gusta más.
Publicar un comentario