lunes, 26 de noviembre de 2007



no tengo ganas de leer en el baño un poema para escuchar el eco de una historia
que me conte infinitas veces anoche en la cama antes de dormirme para soñar con ella

8 comentarios:

fede té dijo...

fáltá álgó, ¿nó?

absurda y efímera dijo...

Justo estoy leyendo un libro
con esa misma imagen
en la tapa:

"La amortajada", de María Luisa Bombal

Fede: ¡No seas policía de la ortografía!

(Lu: Igual vale la pena aprenderse las reglas de acentuación para evitarse hermanos molestos)

Matiu dijo...

Mucho misterio, viejo, digan quién es la de la pintura. ¿Ofelia, blanca como un lirio? ¿Quién, quién?
Y vos Fede, no te hagás el piola porque, que yo sepa, los últimos tres martes a vos te faltaron absolutamente todos los acentos. E incluso todas las palabras.

lucia testoni dijo...

Ophelia (1851-1852). Óleo sobre lienzo 76,2 x 11,8 cm. Tate Gallery, Londres. Sir John Everett Millais (1829-1896)

GERTRUDIS.- Hay un sauce que crece y se tuerce sobre un arroyo, en el espejo de cuyas ondas muestra sus hojas grises; hasta ahí llegó ella, adornada con fantásticas guirnaldas de ranúnculos, ortigas, margaritas y esas largas púrpuras a las que los pícaros pastores dan un nombre más grosero, pero nuestras castas doncellas les dicen dedos de muerto. Ahí, al trepar ella sobre las ramas salientes para colgar sus coronas de hierbas, una ramita frágil se rompió; entonces sus trofeos silvestres y ella misma cayeron al arroyo lacrimoso. Sus ropas se extendieron en torno a ella, y, como a una sirena, la llevaron flotando; entretanto ella iba cantando fragmentos de canciones antiguas, como si fuera incapaz de hacerse daño, o como una criatura nacida y crecida en aquel elemento: pero no pasó mucho antes que sus vestidos, pesados de tan embebidos en agua, arrastraran a la pobre infeliz desde su melodioso yacer a la barrosa muerte.
(Hamlet, acto IV, escena 7. Trad.: B. V.)

pAtmoritaDnadie dijo...

grosa lu!

Valeria Tentoni dijo...

También es la imagen de "del amor y otros demonios" de g.m., o por lo menos de la edición que tengo. me acuerdo que lo leí de chica y me impresionó de ese libro el hecho de que a los muertos les siga creciendo el pelo. Y miré esa imagen mucho porque la mujer tiene el pelo larguísimo.
cosas de chicos. o no tanto.
muy lindo el texto, me gustó.

Revista Pipí Cucú dijo...

El hombre ha muerto.
La barba no lo sabe.
Crecen las uñas.
haiku de jlborges.
y me gustan las historias que empiezan tan cortitas
abrazo

Matiu dijo...

OFELIA

I
En las aguas profundas que acunan las estrellas,
blanca y cándida, Ofelia flota como un gran lirio,
flota tan lentamente, recostada en sus velos...
cuando tocan a muerte en el bosque lejano.

Hace ya miles de años que la pálida Ofelia
pasa, fantasma blanco por el gran río negro;
más de mil años ya que su suave locura
murmura su tonada en el aire nocturno.

El viento, cual corola, sus senos acaricia
y despliega, acunado, su velamen azul;
los sauces temblorosos lloran contra sus hombros
y por su frente en sueños, la espadaña se pliega.

Los rizados nenúfares suspiran a su lado,
mientra ella despierta, en el dormido aliso,
un nido del que surge un mínimo temblor...
y un canto, en oros, cae del cielo misterioso.

II
¡Oh tristísima Ofelia, bella como la nieve,
muerta cuando eras niña, llevada por el río!
Y es que los fríos vientos que caen de Noruega
te habían susurrado la adusta libertad.

Y es que un arcano soplo, al blandir tu melena,
en tu mente traspuesta metió voces extrañas;
y es que tu corazón escuchaba el lamento
de la Naturaleza ––son de árboles y noches.

Y es que la voz del mar, como inmenso jadeo
rompió tu corazón manso y tierno de niña;
y es que un día de abril, un bello infante pálido,
un loco miserioso, a tus pies se sentó.

Cielo, Amor, Libertad: ¡qué sueño, oh pobre Loca!
Te fundías en él como nieve en el fuego;
tus visiones, enormes, ahogaban tu palabra.
–Y el terrible Infinito espantó tu ojo azul.

III
Y el poeta nos dice que en la noche estrellada
vienes a recoger las flores que cortaste,
y que ha visto en el agua, recostada en sus velos,
a la cándida Ofelia flotar, como un gran lirio.

Arthur Rimbaud