La inseguridad es otra cosa (tercera parte)
Viene del miércoles anterior...
Loro pensó en tres opciones: las chicas querían más vino, querían una explicación, querían que se acercase. Las tres opciones se resolvían con lo mismo, caminando hasta su mesa. Pero ya no podía hacerlo, ya no podía, y menos ahora que se estaban poniendo sus camperas y dedicándole sus últimas miradas. Se iban, se fueron, y él pidió otra cerveza. También tenía que ir al baño, aunque ya había perdido el sentido ¿Tenía que ir al baño? No, no tenía, podía esperar. Hacía rato que no veía sus pies, no los sentía, ¿dónde estaban? Volvió a mirar el lugar, debían ser las tres de la mañana, todavía era temprano, pero la fisonomía había cambiado. No reconocía ninguna de las cosas, no tenía por qué reconocerlas, pero igual, no le eran familiares. ¿Familiares? Eso era otra cosa.
Loro va a tener que irse, va a tener que pagar la cuenta, pararse y llegar hasta la calle. En algún momento, pero ahora no encuentra sus pies, jura que han desaparecido. Está a punto de preguntarle a alguien si los ha visto pero no sabe cómo. Se siente estúpido, cosa bastante normal, es un sentimiento que conoce, un sentimiento más liviano, casi da risa sentirse estúpido, si seguro que sus pies están debajo del asiento. Seguro, es tan fácil como ponerlos en el piso y comenzar a caminar. ¡Qué pavada! Ya no tiene sed, aunque podría seguir bebiendo, Lina ya se fue, las dos chicas ya se fueron. ¿Por qué él debería hacer lo mismo, lo que hacen todos? Ni siquiera sabe dónde están sus pies, los tenía cuando llegó, eso es evidente. Los usó para llegar hasta la barra, parece claro. ¿Los tiene ahora? Seguro que están debajo de su asiento, seguro que están. ¿Seguro? No tan seguro.
1 comentario:
guau ale
acabo de leer los tres
qué bien te quedan las oraciones cortas.
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