Santa Rosa 57
Viernes 18 de enero.
Santiago de Chile.
Desde las reuniones con Loyds, Llach, Incardona, Videla Christensen y Depetris, allá por el senil 2006, que no me reunía con un grupo de escritores tan cínicamente sinceros. En éste había de todo: editores, poetas, narradores, todos editados y muy divertidos.
Saldaño me había invitado a la reunión semanal porque creyó más fácil encontrar una cama para la noche; hasta ese momento dormiría en la Estación Central: no había visto muchos bancos pero por lo menos la terminal era segura.
Llegué al depto ubicado en Santa Rosa 57 y estaban discutiendo Cardani, el Enrique Winter y Gabriel Ortiz sobre edición así que ahí mismo me di cuenta que todo pero todo todo saldría bien porque me acordé de los brasileros embaucadores y también dije "pare de sufrir".
Al cambiar de actitud, otra fue la energía que me ayudó a mostrar Los Pacoquis de Levín junto al único Música para Rinocerontes que me quedaba de Terranova y, cuando me quise acordar, éramos 17 chabonxs y yo, tomando cerveza Escudo (marca que identifiqué con la U de Chile y la Cristal con el Colo Colo) comiendo pancito con paté de ternera y Fernando Ortega ya me había dicho, tipo 00 horas, que podía ir a dormir a su casa del viernes al sábado y del sábado al domingo. Pintó un pisco Capel y 2 litros de merlot en tetrabrick así que ahí me di cuenta y dije wait wait too much y le pedí a Fernando si nos podíamos ir.
Antes de irme, sin embargo, había presenciado una noche de taller del mítico Santa Rosa 57 donde un grupo de poetas trabaja sus textos de manera ardua y vehemente sin pausa ni piedad. ¡Hasta sabían leer! ¡Qué sorpresa! ¡Qué linda sorpresa que pudieran modular! ¡Y qué rara sorpresa se llevaron ellos cuando me vieron sorprendido por semejante idiotez!
Sacaban sus poemas, repartían las copias y leían; después se venía lo mejor. Duras, durísimas críticas que más de una vez ha llevado a unos a serenar a los otros. La mirada comprometida sobre el texto incluye el proyecto de escritura del autor, se discute el trasfondo del poema, la corta o larga trayectoria de las repercusiones del texto (no dejan escapar una), comparten su visión de la literatura con sorna, con sangre, con ironía pero sobre todo con inteligencia.
Me dio una patética envidia porque desde aquél grupo de los seniles 2006 que no veo algo así. No veo grupos, no veo interés, no veo autocrítica. Están los que no resisten el mínimo análisis reflexivo sobre su obra porque "no es fashion" o porque "sí lo es: y no da"; están los que se chupan las medias entre todos y los que llenan de sangre e ironía discusiones acéfalas de inteligencia.
La mayoría de los escritores pasa desapercibido. Eso no es triste; es real. El grupo Santa Rosa 57, sin embargo, lo vive con una certeza envidiable: el escritor se forja, se pule, se construye. Y como en toda construcción las herramientas que se utilizan pueden dar miedo: serruchos que cortan, martillos que demuelen, pinzas que presionan o doblan. Herramientas que usan los que saben usar o los que quieren aprender a usarlas. Herramientas que mal usadas lastiman. Herramientas de un oficio como cualquier otro; y busquen en el mataburros lo que significa la palabra oficio.
El grupo Santa Rosa 57 trabaja, hace cuatro años, con herramientas que muy pocos saben usar aunque están a salvo; lo hacen siendo inteligentes.
fragmento de
8 comentarios:
que aprendizaje! para mi claro que no estuve ni supe nunca estar ahí.
soy tony, siempre fui un pelotudo
por eso soñé con ser algo, soñé con ser juan gilberto
y mirá vos che...que sos funes.
don guorry tony
todos somos pelotudos
...
hasta que nos damos cuenta
saludos
Editor...
Que me ha tocado a mí el viernes, como te decía. Pero me la mamé toda porque tenían razón en parte. Una persona que ya conocía mi poética entendió a dónde me dirigía, y me señaló por qué no resultaban mis intentos. de 5, sólo uno quedó casi entero. Conclusión: leer a los clásicos, latinos y griegos, y a Kafka. con eso puedes sacar conclusiones vagas de la naturaleza del poema. El sin sentido entretejido con hebras de sentido para poder existir
Hacés bien en consultar con psíquicos, Fernando. A veces la pegan.
Es raro cuando escriben de uno, y del ambiente en el cual trabaja poéticamente. Leer una visión externa de cómo trabaja Santa Rosa. Saber que lo que proyecta el taller a quien lo visita por primera vez es la misma que yo tengo cuando entré a él, hace más de tres años, eso sólo indica que las cosas se siguen haciendo bien, y que pese a los libros editados, pese a los premios, y todas esas cosas que suelen matar cualquier trabajo en equipo de poetas, no daña a Santa Rosa.
Que otros hablen bien de nosotros, sin que se nos conozca, es el primer síntoma de que es más que un taller de poesía.
Un saludo, y gracias
Carlos Cardani
Algunos de los textos discutidos en santa rosa los pueden encontrar textos en :
http://santarosa57.blogspot.com/
Saludos
hola, lamento no haber estado ahí, pero gracias por tus palabras
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