viernes, 12 de octubre de 2007

Mis amigos corruptos


Tengo un amigo diputado. Tengo otro mochilero. Y tengo un tercer amigo que juega Polo. Ninguno de los tres hace mucho. No se crean, hacer poco es dificilícimo. Y no hacer nada es casi imposible. No tenemos mucho más en común, en realidad. Nos une el espanto dirían por ahí. Nos jactamos de un espíritu corrupto que nos coloca en uno de los más oscuros anillos del Dante. Por cierto, pobre Dante, llorando muertitas tan tiernamente. Un romántico aburrido que le dicen. Por suerte no conoció la masturbación, nos hubiera dejado sin su gran obra maestra, el latoso.
Pero bueno, que eso, que somos corruptos, amiguistas y muy transas. A mí me sirven para sacar material de sus anécdotas y experiencias o nuestras reuniones. A ellos les conviene decir que tienen un amigo escritor; ¿quién no tiene amigos para adornar el currículum?
Nos juntamos en un café todos los viernes a la tarde. Después vamos a la casa del diputado o el jugador de Polo a cenar. Ninguno de nosotros entiende bien de qué vive el otro aunque tenemos ciertas pistas y con eso nos alcanza.
Al diputado le gusta el poder, el mando sobre otros. No tiene problemas en invitarnos todo a costa del Estado pero le gusta elegir lo que es mejor para nosotros. Lo que cenamos y lo que tomamos. En parte nos educa, en parte nos regala. Si no te gusta lo que te ofrece, lo pagás vos. Cuanto más poder tiene, más quiere; algo resueltamente normal.
Al mochilero le gustan las mujeres y solo eso. Un obseso o un obeso, según se hable de sexo o fluídos. Tiene problemas serios. Siempre que se arma partuza es el último en dormirse. Toma y come poco pero es fascinante la resistencia y perversidad morbosa que lo lleva a demostraciones maratónicas de sus habilidades. Muchas de sus chicas lo mantienen.
Al jugador de Polo le gustan las herencias y, por transitiva, las herederas. El muy zarpado no tiene estómago. Además de intragables, sus novias son intratables. Por suerte las vemos poco. es fanático del Polo con un alto hándicap y más de una vez estuvo cerca de jugar para los Indios Chapaleufú como invitado en exhibiciones.
Yo soy el que los "denuncia", el que los acusa en este cuadernito de morondanga. Cuando estamos medio borrachos leo mis anotaciones en voz alta como canillita después del Atentado a la AMIA y me callan con aplausos y vivas. Después, uno a uno, compran mi silencio, al oído, "ya que no les gustaría que me pase nada malo, soy un buen tipo".
Por supuesto, acepto gustoso. Mis amigos corruptos me dan todo lo que necesito. Supongo que la Historia me absolverá. Por ahora compongo fríamente sus perfiles en el cuadernito de morondanga y, cuando me consiga otros amigos corruptos que me traten mejor, voy a subastar sus vidas y me voy a comprar una casa en la Costa Atlántica.
Para escribir, tranquilo, cosas realmente interesante.

5 comentarios:

Matiu dijo...

Muy bueno, Funes. Gracias a Dios la amistad no es una propiedad transitiva.

absurda y efímera dijo...

Una foto de los tiempos que corren. Ropa sucia, afuera.

Mario dijo...

no sé que decir funes, pero como casi nunca comento lo que escribis, aca estoy
....me voy a comprar una mochila....

fede té dijo...

buenisimo
me iba intrigando pensar cómo iba a ser la corrupción del narrador
la imagen del chabon leyendoles todo para y que despues venian uno a uno a callarlo me gusto mucho

sinonimo dijo...

no existe en el mundo un amigo insobornable. es un codigo, para decirle inosportable sin que se de cuenta.

igual, como dice alfredo, algunas cosas son olvidos y otras son cosas nomas.

meta lucas.