sábado, 10 de noviembre de 2007

Marosa

Cuando pienso en Marosa, pienso en una noche de verano. Pienso en una casa alejada, con todas las ventanas y las puertas abiertas, con las cortinas blancas meneándose por la brisa de la noche tibia. Pienso en un jardín tras la casa, con plantas verdes alumbradas por la luz pálida de la luna, que muestra todo pálido, el verde, el azul, las flores, los grillos. La casa tranquila duerme, respira tranquila, se arrulla sobre la hierba que la rodea. Las cortinas blancas se mecen en la noche tibia, y un resuello se aproxima desde lejos, una gota rara, casi perla, un aluvión de estrellas.
Cuando pienso en Marosa recuerdo la estatua ecuestre del jardín, con una guirnalda de rosas rojas, y tulipanes azules todos enredados, y cómo la luna los hace ver pálidos, como si estuviera comiéndose su color; y yo caminé por ese jardín, por ese día, por esa noche y con miedo, y cuando me perdí y llegó el Oscuro una mano amiga me llamó con voz de reina, con voz emocionada, y cuando me cobijó, dormí.
Creo que tuve un sueño y estaba Marosa.
Luego desperté y todavía era de noche. Pienso en lo que vi y me lo guardo, excepto la música fuerte que escuché después.
Cuando pienso en Marosa siempre recuerdo ese día, el día del poema que no se cerraba, el poema del taladro en mi pecho, en mi nuca, la caminata, el salto, todo.
Cuando pienso en Marosa siempre, siempre, sonrío y sueño.

3 comentarios:

Mario dijo...

you rule! matiu.......

absurda y efímera dijo...

conmueve
mete un poquín de miedo

está en el límite

del miedo

Matiu dijo...

Naranjadas: No estoy de acuerdo.

Absurda y efímera: Sí, bueno, hablo de esas dos cosas. ¿Qué es exactamente lo que te hizo sentir miedo a vos?